lunes, 27 de abril de 2009

27 de abril de 2009
SEMANA.COM

RAFAEL GUARÍN

Se cumplen 15 años del acuerdo que permitió la desmovilización de cerca de 650 integrantes de la Corriente de Renovación Socialista. La decisión de abandonar la violencia no fue fácil. La separación de la Corriente del ELN fue el primer paso. El ‘Cura Pérez’ no hacía la misma evaluación de la coyuntura que planteaban quienes abogaban por el diálogo con el gobierno. Esa situación implicó que el ELN encargara a Felipe Torres, responsable de la Escuela de Mandos Militares Urbanos, ordenar el fusilamiento de los tres voceros de la Corriente; orden que efectivamente cumplió, aunque no lograron asesinarlos

Además de una nueva valoración política, dos fueron los elementos fundamentales para dejar las armas. Primero, como lo señala Fernando Hernández, uno de los voceros, el reconocimiento que “el ciclo de la guerra revolucionaria en Colombia… se había agotado con la derrota estratégica que significó el derrumbe del socialismo real en 1989”. Luis Eduardo Celis, ex militante de ese grupo, lo dice de otra forma: “las armas ya eran un estorbo para la acción política”, “el anhelo de la sociedad no era la guerra” y” la gente no se iba a volcar a la insurrección”. Es decir, concluyeron que el proyecto armado había perdido sus referentes y no tenía viabilidad.

Segundo, la contundencia de los golpes propinados por las fuerzas militares fue definitiva para que la organización decidiera desmovilizarse. En la Corriente existieron quienes apostaban por continuar la “lucha armada” y ensayar un nuevo proyecto guerrillero. No es cierto que desde el principio todos se allanaran a entregar las armas, por el contrario, la discusión interna fue pugnaz. A la facción recalcitrante la convenció el debate y constatar que carecían de posibilidad militar alguna. Hernández cuenta que en “los primeros meses de la Corriente, recibieron golpes militares fuertes que llevaron a pensar que contraatacar era imposible. No tenía ningún sentido”.

Alguna vez León Valencia, ex guerrillero de ese grupo, me contó que los procesos de los años noventa se caracterizan porque desde el principio el M19, el PRT, el Quintín Lame y la Corriente de Renovación Socialista se plantearon un “final cerrado”. Llegaron a la mesa a entregar las armas, desmovilizarse y convertirse en una opción democrática. Esa es precisamente la clave del éxito de los procesos con los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria, también para entender el fracaso de los diálogos con las Farc.

El Secretariado mantiene incólume la fe en la violencia. Los contactos con los gobiernos los emplea para conseguir legitimidad política, difundir su mensaje y avanzar en la preparación de la insurrección. Ni en la administración de Belisario Betancur y mucho menos en la de Andrés Pastrana existió el final cerrado al que alude Valencia. Por el contrario, cada oportunidad de diálogo se adecuaba a la ejecución de su plan estratégico.

Eso parece no haber cambiado un ápice, a pesar de los resultados de la Política de Seguridad Democrática. Sin la voluntad previa e irreversible de las guerrillas de abandonar la violencia es imposible que el dialogo lleve a la paz. Con el IRA se consiguió el Acuerdo de Viernes Santo en 1998 cuando el grupo por fin optó por cesar la violencia. Con ETA ninguna iniciativa de negociación ha funcionado, a pesar de las treguas, porque nunca ha tomado la determinación de renunciar al terrorismo.

La lección que deja la Corriente es que dialogar con la guerrilla es útil únicamente cuando ha resuelto dejar las armas y reintegrarse a la sociedad. Tal decisión depende de la valoración que hacen los terroristas de la posibilidad de lograr los objetivos de su proyecto en materia política como militar. Por tanto, el aislamiento político y el rechazo ciudadano a las Farc y el ELN deben enfatizarse, al igual que aumentarse la presión militar para doblegar la voluntad de lucha de esas organizaciones.

Aunque no hubo ni verdad, ni reparación a las víctimas de la Corriente, sí se avanzó en la aplicación de justicia. Según la Corporación Nuevo Arcoiris, que agrupa a los ex militantes del grupo guerrillero, actualmente 22 de sus miembros están en las cárceles por crímenes de lesa humanidad. Estamos a tiempo para que le cuenten la verdad a Colombia sobre sus delitos y quiénes desde la legalidad hacían parte de la organización, eran sus cómplices o auxiliadores. Esa verdad aún no se ha dicho.

Nota: Esperemos que con la captura del senador Juan Carlos Martínez comience a limpiarse la política en el Valle del Cauca. Pregunta: ¿Y de la farcpolítica qué?

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LECCIONES DE LA CORRIENTE

Publicado el 27 de abril de 2009 - SEMANA.COM -
Imagen: Bandera de la guerrilla Corriente de Renovación Socialista.


RAFAEL GUARÍN

Se cumplen 15 años del acuerdo que permitió la desmovilización de cerca de 650 integrantes de la Corriente de Renovación Socialista. La decisión de abandonar la violencia no fue fácil. La separación de la Corriente del ELN fue el primer paso. El ‘Cura Pérez’ no hacía la misma evaluación de la coyuntura que planteaban quienes abogaban por el diálogo con el gobierno. Esa situación implicó que el ELN encargara a Felipe Torres, responsable de la Escuela de Mandos Militares Urbanos, ordenar el fusilamiento de los tres voceros de la Corriente; orden que efectivamente cumplió, aunque no lograron asesinarlos

Además de una nueva valoración política, dos fueron los elementos fundamentales para dejar las armas. Primero, como lo señala Fernando Hernández, uno de los voceros, el reconocimiento que “el ciclo de la guerra revolucionaria en Colombia… se había agotado con la derrota estratégica que significó el derrumbe del socialismo real en 1989”. Luis Eduardo Celis, ex militante de ese grupo, lo dice de otra forma: “las armas ya eran un estorbo para la acción política”, “el anhelo de la sociedad no era la guerra” y” la gente no se iba a volcar a la insurrección”. Es decir, concluyeron que el proyecto armado había perdido sus referentes y no tenía viabilidad.

Segundo, la contundencia de los golpes propinados por las fuerzas militares fue definitiva para que la organización decidiera desmovilizarse. En la Corriente existieron quienes apostaban por continuar la “lucha armada” y ensayar un nuevo proyecto guerrillero. No es cierto que desde el principio todos se allanaran a entregar las armas, por el contrario, la discusión interna fue pugnaz. A la facción recalcitrante la convenció el debate y constatar que carecían de posibilidad militar alguna. Hernández cuenta que en “los primeros meses de la Corriente, recibieron golpes militares fuertes que llevaron a pensar que contraatacar era imposible. No tenía ningún sentido”.

Alguna vez León Valencia, ex guerrillero de ese grupo, me contó que los procesos de los años noventa se caracterizan porque desde el principio el M19, el PRT, el Quintín Lame y la Corriente de Renovación Socialista se plantearon un “final cerrado”. Llegaron a la mesa a entregar las armas, desmovilizarse y convertirse en una opción democrática. Esa es precisamente la clave del éxito de los procesos con los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria, también para entender el fracaso de los diálogos con las Farc.

El Secretariado mantiene incólume la fe en la violencia. Los contactos con los gobiernos los emplea para conseguir legitimidad política, difundir su mensaje y avanzar en la preparación de la insurrección. Ni en la administración de Belisario Betancur y mucho menos en la de Andrés Pastrana existió el final cerrado al que alude Valencia. Por el contrario, cada oportunidad de diálogo se adecuaba a la ejecución de su plan estratégico.

Eso parece no haber cambiado un ápice, a pesar de los resultados de la Política de Seguridad Democrática. Sin la voluntad previa e irreversible de las guerrillas de abandonar la violencia es imposible que el dialogo lleve a la paz. Con el IRA se consiguió el Acuerdo de Viernes Santo en 1998 cuando el grupo por fin optó por cesar la violencia. Con ETA ninguna iniciativa de negociación ha funcionado, a pesar de las treguas, porque nunca ha tomado la determinación de renunciar al terrorismo.

La lección que deja la Corriente es que dialogar con la guerrilla es útil únicamente cuando ha resuelto dejar las armas y reintegrarse a la sociedad. Tal decisión depende de la valoración que hacen los terroristas de la posibilidad de lograr los objetivos de su proyecto en materia política como militar. Por tanto, el aislamiento político y el rechazo ciudadano a las Farc y el ELN deben enfatizarse, al igual que aumentarse la presión militar para doblegar la voluntad de lucha de esas organizaciones.

Aunque no hubo ni verdad, ni reparación a las víctimas de la Corriente, sí se avanzó en la aplicación de justicia. Según la Corporación Nuevo Arcoiris, que agrupa a los ex militantes del grupo guerrillero, actualmente 22 de sus miembros están en las cárceles por crímenes de lesa humanidad. Estamos a tiempo para que le cuenten la verdad a Colombia sobre sus delitos y quiénes desde la legalidad hacían parte de la organización, eran sus cómplices o auxiliadores. Esa verdad aún no se ha dicho.

Nota: Esperemos que con la captura del senador Juan Carlos Martínez comience a limpiarse la política en el Valle del Cauca. Pregunta: ¿Y de la farcpolítica qué?

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jueves, 23 de abril de 2009

EL FIN DEL SISTEMA INTERAMERICANO


Sucedió lo que se esperaba. Lula y Chávez trataron de convertir la Cumbre de las Américas en un foro procastrista. Obama, muy hábil y con nuevo tono, les dijo desde el comienzo lo que ansiaban escuchar pero al finalizar el encuentro dejó las cosas en el mismo punto: sin democracia y respeto a los derechos humanos no se puede aspirar a cambios radicales en la política estadounidense hacia Cuba.

El terreno se había preparado con esmero para presionar a Obama con el reclamo de levantar el embargo e incluir a Cuba en el sistema interamericano. El presidente brasileño hizo la avanzada en su visita a Washington luego de liderar, en diciembre pasado, la Cumbre de América Latina y el Caribe y el ingreso de Cuba en el Grupo de Río. Posteriormente, la Habana recibió a los presidentes de Panamá, Ecuador, Chile, Guatemala y Argentina. Y poco antes de la cumbre Chávez reunió al club del ALBA para alistar la ``artillería''.

Pero los padrinos del régimen castrista no son únicamente los gobiernos de izquierda sino también los de Alvaro Uribe y Felipe Calderón. Uribe dijo que el gobierno cubano ayuda a la paz y que ''comprende'' los ''esfuerzos de seguridad democrática''. Calderón, al referirse al ingreso al Grupo de Río, dijo que ''la presencia de este país hermano será muy valiosa para la construcción de un destino común con valores compartidos''. ¿De qué valores compartidos habla y qué aval moral significa la ''comprensión'' de una dictadura a la política de seguridad democrática?

Todo esto antoja por lo menos tres reflexiones. La primera: el ingreso de Cuba es el fin del sistema interamericano. A diferencia de lo que dice el presidente mexicano, la Cuba de hoy es incompatible con los principios y valores plasmados en la Carta de la OEA y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Desde su fundación (1948) la OEA ha sido edificada para ''promover y consolidar la democracia representativa'', garantizar ''el respeto a los derechos esenciales del hombre'' y la vigencia del estado de derecho. Cuba encarna todo lo contrario.

A pesar que la existencia de la organización coincidió con las aberrantes dictaduras de los años 70 y 80, el final de la guerra fría produjo que su principal objetivo fuera el fortalecimiento de la democracia. En 1991, el Compromiso de Santiago consagró la necesidad de procedimientos de defensa de la democracia representativa; dos años después la Declaración de Managua indicó que la OEA debía prevenir los problemas que afectan el sistema democrático. Y la tercera Cumbre de las Américas, realizada en Quebec, introdujo la cláusula democrática y dio paso a la adopción, el 11 de septiembre de 2001, de la Carta Democrática Interamericana.

¿Cómo aceptar el ingreso de una dictadura? ¿Cómo incluir un Estado que tiene como política la violación de los derechos humanos y la eliminación de la oposición democrática, el pluralismo político y la libertad de prensa? Integrar a Cuba arrasaría los principios del sistema interamericano tanto como destrozaría los fundamentos de la Unión Europea la absurda hipótesis de aceptar en su seno un país cuya organización fuera similar a la de Libia.

Segunda reflexión. Hipocresía democrática y complicidad con el régimen castrista son las reglas que rigen a los gobiernos de la región. Mientras aprueban declaraciones que aluden a la democracia representativa, el fortalecimiento de los partidos, la celebración de elecciones periódicas, libres y genuinas, abogan por un régimen que las niega.

Tercero. Es evidente que la democracia en el continente enfrenta una nueva amenaza. A la revolución bolivariana y sus conexiones con organizaciones terroristas, se adiciona la fragilidad de las convicciones democráticas de los líderes latinoamericanos. Alarma la actitud laxa y complaciente con conductas que vulneran los derechos humanos y minan la democracia representativa. En 2007 el silencio cómplice acompañó el cierre del canal Radio Caracas Televisión (RCTV) por parte de Chávez. En 2008 los gobiernos se resistieron a investigar la relación de Chávez y Correa con las FARC y ahora, con el pretendido ingreso de Cuba, se pretende acabar con el sistema interamericano.

El problema no es rechazar que Cuba se siente en la misma mesa, la cuestión es que no se puede aceptar el totalitarismo, la violación de los derechos humanos y la inexistencia del estado de derecho. Bienvenida una Cuba democrática y libre. Sólo así podría suscribir la Carta de la OEA y aceptar las obligaciones que le impone. Sería un grave error bajar el umbral actual: sin democracia, libertad y respeto a los derechos humanos no hay nada que hablar. Parece que Obama lo tiene claro.

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martes, 21 de abril de 2009

EL FIN DE BIG BROTHER


Foto El Nuevo Herald - MICHAEL REYNOLDS / EFE
Publicado el martes 21 de abril de 2009

Washington -- El primer viaje de Barack Obama a América Latina rompió prejuicios y esquemas que, en algunos casos, tardaron décadas en construirse. Barack Obama prometió cambios y cambios es lo que estamos viendo. En dos días el presidente de Estados Unidos ha echado a andar una política totalmente nueva hacia Latinoamérica.

Obama está dispuesto a hablar con la dictadura cubana. Eso no lo veíamos hace medio siglo. Obama saludó de mano a Hugo Chávez, a pesar de los insultos del presidente venezolano. George Bush siempre se le estuvo escondiendo a Chávez. Obama trató a México de igual a igual en la lucha contra el narcotráfico. Atrás quedó la época de las ''certificaciones'' de buena conducta de Estados Unidos al resto del continente.

Obama significa el fin del Big Brother. Como lo dijo en la Quinta Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, Estados Unidos no intervendrá en los asuntos internos de otros países de la región. Pero tampoco aceptará que le echen la culpa de todos los problemas del hemisferio. Dando y dando.

Antes de que partiera a su primer viaje a la Ciudad de México y a Puerto España, tuve la oportunidad de conversar con el Presidente en la Casa Blanca. Y, por lo que me dijo, ya se veían venir importantes cambios de política y de actitud.

''No creo que un viaje pueda cambiar una larga historia de sospechas'', me dijo, refiriéndose a la percepción generalizada de que Estados Unidos se había olvidado de América Latina por 8 años. ``Pero sí creo que podemos empezar a hacer mejoras. Independientemente de que estos gobiernos sean de centroizquierda o centroderecha, todos están concentrandos en fortalecer su economía y en mejorar las oportunidades y la educación para nuestra gente.''

El mensaje de Obama es nuevo: ``Dejemos de pelear las viejas peleas del siglo XX; ya estamos en el siglo XXI. Tenemos que asegurarnos que nuestra política exterior esté basada en el respeto mutuo y en los intereses mutuos: se acabaron los días en que Estados Unidos era el big brother y el resto de los países eran el hermano menor.''

El cambio más evidente de está nueva actitud del gobierno norteamericano es con Cuba. Obama no quiere seguir el mismo camino que los otros 10 presidentes norteamericanos que fracasaron en sacar a Fidel Castro del poder. Por eso le quitó las restricciones a los viajes y remesas de cubanoamericanos a la isla. Ahora podrán viajar y enviar todo lo que quieran. E incluso, estaría dispuesto a establecer contactos políticos y comerciales con el gobierno de La Habana.

Pero los críticos de Obama dicen que estas medidas, lejos de promover la democracia, refuerzan la dictadura. ''Ese argumento se ha hecho por 50 años y nada ha cambiado'', les respondió el Presidente. ``Así que mi actitud es que si empezamos a ver más viajes a Cuba, y si enviamos más remesas a Cuba que ayuden a las familias cubanas, entonces les vamos a dar más poder y más recursos. Con el tiempo creo que podemos cambiar la dinámica en Cuba de manera que estas medidas promuevan la libertad, el derecho a la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de viajar. El status quo durante 50 años no ha promovido la libertad y la democracia en Cuba. Estoy dispuesto a tratar cosas nuevas para romper los viejos patrones.''

El cambio en la actitud hacia México también es palpable. El sabe que los millones de norteamericanos que usan drogas y las armas estadounidenses son, en buena parte, culpables de la narcoviolencia en México. Por eso ''es importante decir que no me has oído criticar al gobierno del presidente [Felipe] Calderón acerca de la violencia allá'', apuntó. ``Al contrario, he reconocido su esfuerzo porque creo que están tomando unos pasos muy valientes y difíciles para enfrentar este problema.''

Y aunque no se quiso comprometer a prohibir el uso de armas de asalto en Estados Unidos --que muchas veces terminan en manos de narcotraficantes mexicanos--, sí propuso una nueva filosofía de responsabilidad compartida: ``Mi actitud es que Estados Unidos y México tienen que ser socios en este proceso.''

No me podía ir sin preguntarle sobre su promesa de campaña de legalizar a millones de indocumentados durante su primer año de gobierno. ¿Cumplirá su palabra a pesar de la actual crisis económica?

''Yo voy, absolutamente, a cumplir mi promesa de buscar una reforma migratoria'', aseguró. Pero dejó claro que las cosas no dependen de él únicamente, sino también del Congreso. ``No puedo garantizar que tendré una ley sobre mi escritorio antes de que termine el año. Pero lo que sí puedo garantizar es que el proceso seguirá adelante.''

¿Suspenderá las redadas hasta que haya una reforma migratoria?

''Como tú sabes, le pedí a Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad Nacional, que revise las políticas respecto a las redadas y me van a llegar sus recomendaciones. Sigo creyendo que esto no se puede resolver con redadas'' que están separando a madres de sus hijos.

Ypor último Obama habló de fútbol. Sí. El --que jugó soccer cuando era niño en Indonesia y cuyas hijas también lo han jugado-- quiere que Estados Unidos sea la sede de la Copa del Mundo en el 2018 o 2022. ''Creo que tener aquí la Copa sería algo enorme para este deporte en Estados Unidos'', concluyó. ``Es el evento deportivo más grande del mundo ¿por qué no tenerlo en Estados Unidos?''

Obama ya no quiere que Estados Unidos sea el hermano mayor del continente. Y ahora, al menos en lo que se refiere al fútbol, quiere invitar a todos a jugar a su casa. Pero a pesar de las mejores intenciones de Obama, será difícil olvidar que, en muchos sentidos, Estados Unidos sigue siendo el dueño del balón.

domingo, 19 de abril de 2009

PERVERSO CABILDEO EN WASHINGTON

Por LIBARDO BOTERO*
Hace apenas unas tres semanas discutió la CIDH de la OEA en Washington la situación de derechos humanos en Colombia. El tema de la para-política fue presentado por la dupla León Valencia-Claudia López, de la Corporación Nuevo Arco Iris (CNAI). Repitieron los infundios labrados en un libro de extrema pobreza conceptual que publicaron hace más de un año, agregando ahora a la “silla vacía” la propuesta de liquidar cinco de los siete partidos de la coalición de gobierno. Al día siguiente Claudia López completó su artillería con una columna venenosa en El Tiempo, y después Valencia escribió regocijado por el cabildeo.
En un ensayo que escribí para el libro Parapolítica: verdades y mentiras (Planeta, 2008) refuté de manera detallada y contundente la metodología y contenido del libro de la CNAI. Es indignante que se persista en tesis falsas para desvirtuar el exitoso esfuerzo de desmonte del paramilitarismo realizado por el gobierno. Resumo tres tesis básicas que se siguen lanzando sin vergüenza por los “académicos” de la CNAI.
Afirman hoy como entonces que un tercio del Congreso es de filiación paramilitar. Listaron sin mucho rigor, por ejemplo, 26 senadores en 2002, que sumaban 1.741.857 votos: pero de una votación total de más de 9 millones, ese guarismo no es la tercera sino apenas una sexta parte. No solo eso. La CNAI identificó 223 municipios de influencia paramilitar en ese año, y asómbrense lo que encontré: esos 26 senadores sacaron allí apenas 573.666 sufragios, y más de 1 millón en los otros municipios; mientras tanto, los congresistas “limpios” sacaron en los 223 municipios de marras, 1.096.000 votos, casi el doble de los “sucios”. Y con votación “atípica” de más de 50% en tales municipios, solo encontré 8 de la “lista de la infamia” de 26 senadores, pero sí 12 que no estaban mencionados por Valencia y López, entre ellos conspicuos jefes de la oposición. ¿No están todos los que son? ¿No son todos los que están? ¿O la investigación de la CNAI es un fiasco?
En el libro de la CNAI asevera León Valencia que esa votación fue “un punto muy alto” para la elección de Uribe como presidente en 2002, quien ganó por una cifra “escandalosa” (¡!) de sufragios. Es decir, que Uribe fue elegido por los paramilitares, y que por ende no estaba por desmontarlos sino más bien entronizarlos en el poder, de suerte que el proceso de su desmovilización no fue tal sino el cumplimiento de un pacto. Indagué por los guarismos de marzo 11 de 2002 y hallé que Uribe perdió las elecciones al Congreso: sacó solo 28 senadores de 102. Reconstruí la lista de elegidos, por candidatos presidenciales, con nuevo hallazgo asombroso: la mayoría de los señalados hoy por la parapolítica no estaban con Uribe por esas calendas. Más contundente y paradójico: Uribe ganó en los departamentos de influencia guerrillera (oriente y sur del país) y Serpa en los de gran presencia paramilitar (como el caso de la Costa). ¿Uribe elegido por los paramilitares?
Por último: para la CNAI no hay desmonte paramilitar. Valencia afirmó hace poco que estaban en completo rearme y crecimiento. López escribió hace poco que tampoco se “desmovilizó la estructura política”. Cínicamente asevera que el cometido de Luis Carlos Restrepo es ensamblar el “parauribismo” con algunos votos de opinión, para mantener los criminales al mando del Estado en 2010. Más de 30.000 desmovilizados, 17.000 armas entregadas, cerca de 2.000 encausados por distintos delitos, más de una docena extraditados, centenas de servidores públicos enjuiciados (congresistas, gobernadores, alcaldes, concejales, etc.), entre otros resultados… ¡dizque son solo una patraña para esconder un acuerdo secreto! ¿Cuál? Antes dijeron que el compromiso era que no extraditaran los jefes. Ahora han virado a señalar que los extraditaron para que no denuncien ni reparen a las víctimas. ¿Mañana qué dirán? Cualquier cosa, porque dentro de esa lógica perversa todo vale, como quedó ratificado en Washington.
* Economista. Analista e investigador del Centro de Pensamiento Primero Colombia (CPPC).

jueves, 2 de abril de 2009

PRESIDENTE: DÉLE EL SÍ A CANO



Publicado el 2 de abril de 2009 en Semana.com

RAFAEL GUARÍN

El 24 de julio de 2007 Iván Márquez afirmó en uno de sus editoriales que “el Plan Estratégico de las Farc seguirá su avance en sus dos vertientes: la vía del acuerdo nacional para la solución política, y la vía armada”. Pues bien, es exactamente lo que ha venido sucediendo. El objetivo inmediato es romper el aislamiento político de la guerrilla, demostrar el fracaso de la Política de Seguridad Democrática y quebrar la voluntad de lucha del Estado en las urnas.

La reciente afirmación del Secretariado de estar “en disposición de no hacer del lugar de diálogo un obstáculo insalvable” se enmarca en esa ruta. Aunque hábilmente genera la percepción de que el escenario cambió o de que hay un giro, la verdad es que el asunto está en el mismo punto.

Por lo menos cinco posiciones de las Farc lo confirman. Cano insiste en que se trata de “prisioneros de guerra” y no de secuestrados. Segunda, las Farc exigen la ley de canje permanente, es decir, una ley de secuestro permanente de policías y soldados. Tercera, ratificaron que mantendrán las “retenciones económicas” de acuerdo a la “ley 02”, en otras palabras, que seguirán secuestrando a quien no ceda a la extorsión. Cuarta, las Farc designan voceros para una negociación, que no se requiere, tratando de justificar (quinta) un despeje territorial en otras condiciones, o ¿qué otra cosa significa que pidan “garantías efectivas” y “condiciones de modo, tiempo y lugar, y publicitados con suficiente anticipación”? No es cierto que hayan renunciado al despeje.

Con el anuncio las Farc pretenden probar que el gobierno es el responsable de que no se realice el “acuerdo humanitario” y seguir trabajando en la creación de un ambiente favorable para la elección de un nuevo presidente que prefiera la negociación y enviar las tropas a los “cuarteles”, que una política de firmeza contra el terrorismo.

Las liberaciones de febrero y las que se anuncian corresponden a la misma maniobra que hicieron durante la campaña presidencial de 2006. Ya nadie se acuerda de eso. Las Farc montaron un espectáculo mediático para entregar a dos agentes de policía a Álvaro Leyva, el candidato del “Arca de Noé” y de Marulanda, con el objetivo de interferir la agenda electoral y modificar las preferencias ciudadanas. En ese momento no les funcionó. Leyva no subió en las encuestas. En cambio, ésta vez, luego de las liberaciones Piedad aumentó su popularidad y los periodistas de los principales medios de comunicación inocentemente salieron a exaltarla.

Lo de hoy es la misma lógica y objetivos farianos de 2006. Pero lograr ese propósito no es tan difícil como suele pensarse. Según el estudio “La Cultura de la Democracia en Colombia”, adelantado por Vanderbilt University y la Universidad de los Andes, el 66.3 por ciento de los colombianos en 2007 opinaban que la negociación es la mejor opción para “solucionar el conflicto con la guerrilla”.

El presidente Uribe debe decirle sí a la propuesta de las Farc y no dejarse meter en ese escenario. No para abrir un espacio de negociación con el terrorismo, ni caer en la celada del “diálogo humanitario”, sea dentro o fuera del país, como lo sugirió “desinteresadamente” el camarada Carlos Lozano (se les hace agua la boca meter a Brasil).

Hay que retomar la iniciativa. Pedir a las Farc la lista de delincuentes que quieren que se excarcelen y estar dispuesto a hacerlo, excepto cuando se trate de autores de crímenes de lesa humanidad o de personas que no desean volver a las armas. El gobierno no puede entregar a éstos últimos so pena de convertirse en cómplice de su inminente secuestro y asesinato por la guerrilla.

Decirle sí a las Farc vale la pena siempre y cuando sea el fin del secuestro. Por eso, es indispensable que la guerrilla se comprometa a no volver a secuestrar ni a civiles, ni a militares. Si Cano se niega es porque quiere continuar secuestrando. Si acepta, estará más que justificado el costo militar que implica liberar guerrilleros porque es mayor el beneficio humano y político. Y si engañan, eso los terminará de acabar ante la comunidad internacional y subrayará lo absurdo de pensar en el “diálogo” que reclama la Conferencia Episcopal.

Entonces, sí, señores de las Farc, sí, pero sin ninguna otra modalidad de zona de despeje, ni diálogos y menos negociadores. El modelo debe ser igual al de las liberaciones recientes, eso sí, sin Morris, ni Boteros. La experiencia demuestra que esa parafernalia sobra. Solo se necesita la decisión de liberar a los secuestrados, así que nada de Catatumbos, Lozadas y Ramírez. Tampoco veeduría internacional, está probado que es más que suficiente la Cruz Roja.

Finalmente, entendido así el acto de liberación, las Farc deberán entregar también los secuestrados civiles. Es mentira que sean tan solo 9. El propio Marulanda en la carta que envío a Hugo Chávez en 2007 reconoció que son más de un centenar. ¿Dónde están los cientos restantes? Si los asesinaron, que digan a las víctimas dónde están sus fosas o que devuelvan sus cuerpos. No sobra decir que ni aún muertos se pueden comparar los victimarios, Iván Ríos y Raúl Reyes, con el heroico mayor Julio Ernesto Guevara o las demás víctimas.

Obviamente, las Farc no estarán dispuestas a nada de eso. Entonces, quedará claro que todo el sainete no es más que un intento de institucionalizar el secuestro, manipular a los colombianos y crear un aparato político en la legalidad. Presidente, por favor, déle el sí a Cano.

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CHÁVEZ FRENTE A OBAMA



Publicado el jueves 2 de abril de 2009 en EL NUEVO HERALD - Miami

Aqué juega Chávez? Bush no le gustaba, pero el nuevo presidente tampoco. Hace unos días llamó a Barack Obama ''pobre ignorante''. También le había advertido que no siguiera el ''camino torpe y estúpido del anterior gobierno'', además de conminarlo a que ''demuestre un poquito de inteligencia'' y despedirlo con un ''váyase a lavar ese palto, señor Obama''. Los venezolanos saben que significa esa ``sutil expresión''.

Pero está perdiendo originalidad. Su guión ya lo conocemos. Es el que desarrolló antes, durante y después de la Cumbre Iberoamericana de 2007. El mensaje en esa oportunidad es similar al que quiere enviar en la próxima cumbre: Latinoamérica para los latinoamericanos, es decir, defender un proceso de integración sin la participación de lo que llama imperialismo estadounidense o europeo. Por lo pronto, la rabieta ya le sirvió para calentar el ambiente previo a la Cumbre de las Américas y ganarse el protagonismo.

Esas declaraciones van más allá y evidencian una estrategia encaminada a desgastar la imagen positiva con la que el hemisferio recibió a Obama. Chávez sabe muy bien que la amenaza letal a su revolución es un presidente del ''imperio'' que penetre en las mentes y corazones de los latinos, por ser capaz de crear una nueva relación de socios basada en el diálogo, el respeto, la solidaridad y la cooperación. Y nadie lo puede hacer mejor que Obama, razón por la cual necesita convertirlo en una gran frustración para la región.

El centro de gravedad de la revolución bolivariana no es el petróleo, ni la carrera armamentista, es el imaginario colectivo adverso a los Estados Unidos. Es similar el sentimiento que en el Medio Oriente facilita el reclutamiento de jóvenes por organizaciones terroristas como Hamas o Hezbolá, con las que simpatiza Chávez, o que explica que en los países de esa parte del mundo, con excepción de Israel, las encuestas detecten un apoyo importante de la población a Al Qaeda y a Osama bin Laden.

Para Chávez resulta crucial mantener el clima antinorteamericano. Su poder en Venezuela y su influencia más allá de las fronteras se ha construido sobre la base de endilgar a la Casa Blanca todos los males planetarios y en especial las desgracias que padecen los latinoamericanos. Su alianza con Irán, Rusia y China tiene como motor, en diferente grado, el elemento antiestadounidense. Más que identidad con el socialismo del siglo XXI por parte de Evo, Ortega, Correa, los Kirchner, Lugo y otros dirigentes, lo que hay es un común denominador: llegaron al poder criticando las políticas económicas asociadas a Washington.

Satanizar a Obama le sirve también a Chávez para posar de perseguido por el imperialismo. La calificación de ''pobre ignorante'' es una respuesta a la acusación de que ''exporta terrorismo'', lo que está más que comprobado. También le es útil para evadir la responsabilidad de haber convertido a Venezuela no sólo en santuario de las FARC y del ELN sino del narcotráfico, al tiempo que para esconder la grave situación de derechos humanos.

Finalmente, es un recurso para uniformar a sus compatriotas. Con la fantasía de que Estados Unidos, según Chávez, tiene un plan para invadir Venezuela, todo aquel que no se una a la cruzada contra el imperio es un antipatriota. Es previsible que potencie esa noción de enemigo ante la crisis económica y social en ciernes. Si se supera la percepción de que Estados Unidos es ''el problema'', se le cae la estantería y el fundamento que soporta la revolución bolivariana.

Obama no debe caer en la trampa de Chávez, sino pasar por encima de él. Al igual que lo ha hecho con entrevistas a medios de comunicación del Medio Oriente, debe hablarles directamente a los venezolanos, lo mismo que a los demás pueblos gobernados por líderes hostiles a Estados Unidos. Un diálogo permanente con los ciudadanos de América Latina, acompañado por hechos concretos, quiebra por la base la revolución bolivariana, desactiva el actual proceso de radicalización, neutraliza las fuerzas políticas que basan su apoyo en el odio al pueblo norteamericano y reduce la posibilidad de que nuevas organizaciones terroristas surjan en el continente. La próxima Cumbre de las Américas es la mejor oportunidad para comenzar a hacerlo.

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