martes, 30 de septiembre de 2008

"EL CARTEL DEL SECUESTRO"



EL NUEVO HERALD, Publicado el martes 30 de septiembre del 2008

El informe de Pax Christi Holanda sobre el secuestro es una oportunidad para colocar el tema en la agenda pública mundial. A pesar de ser un crimen de lesa humanidad que inflige tratos crueles e inhumanos a sus víctimas y acaba con la libertad individual, carece de atención suficiente por parte de la comunidad internacional.

El título de esta columna no es original. La Revista Semana lo empleó en 1996 para mostrar la gravedad del secuestro en Colombia. Un año antes se reportaron 1,158 casos y se pagaron cerca de 530 millones de dólares por rescates y extorsiones. La cifra era superior a las ganancias del grupo Santo Domingo, el mayor conglomerado económico del país. Tales ingresos se convirtieron en una de las principales fuentes de financiación de las FARC, el ELN y la delincuencia común.

La enorme rentabilidad del negocio y la incapacidad del Estado para proteger a los ciudadanos y sancionar a los criminales, llevó a la industrialización del secuestro y a la creación de grupos especializados en cada una de sus fases. Surgieron bandas ''profesionales'' capaces de efectuar complejas operaciones de inteligencia, seguimiento y rapto en las ciudades, en algunos eventos con la complicidad de miembros de la fuerza pública. En las selvas, las guerrillas construyeron lugares de confinamiento que denominan ''bodegas'', protegidas por unidades armadas dedicadas exclusivamente a esa labor. Estos grupos llegaron al extremo de ejecutar secuestros colectivos e indiscriminados en carreteras, a treinta minutos de Bogotá.

Doce años después los indicadores demuestran que el fenómeno se redujo sustancialmente, a pesar de que las principales noticias relacionadas con Colombia tienen que ver con ese delito. Los datos oficiales registran en el año 2000, en pleno ''diálogo de paz'', que se presentaron 3,572 secuestros. En el 2007 bajaron a 521. Pero no se puede cantar victoria. Las víctimas totales de ese delito en los últimos ocho años han sido 14,940 mientras que entre 1976 y 1996 fueron 10,442. De acuerdo con Fondelibertad 2,801 personas siguen secuestradas desde 1996. Pax Christi considera que son muchas más: 3,235. Las FARC tendrían 783, el ELN 240, las AUC 279 y otras organizaciones de delincuencia 296, del resto no hay certeza sobre la autoría.

Este último punto es espinoso. Probablemente un alto porcentaje de quienes engrosan esa estadística tuvieron la suerte de los abuelos Angulo, asesinados por las FARC debido a los problemas de salud que tuvieron durante el plagio. Lo cierto es que el acoso de las fuerzas militares a las guerrillas no les permite el mismo ritmo criminal y les impide mantener en cautiverio a un número tan grande de personas. Una fuente gubernamental lo describió: ''Estos grupos realizaron una especie de control de calidad''. Sí, así como suena. ¡Absurdo y brutal! Al estilo de cualquier ''capitalista salvaje'' decidieron desechar a quienes no reportaban ganancias.

El caso de las AUC es igual de aberrante. No obstante la desmovilización de más de 30,000 paramilitares no se devolvió ni a un secuestrado, tampoco lo hicieron con los niños reclutados por la fuerza. A esta altura, la tenebrosa conclusión es que los primeros fueron masacrados y que no hay mucha esperanza de conocer siquiera dónde reposan sus restos, si no fueron desmembrados y arrojados a los ríos.

No es sólo un problema colombiano. El analista Rodrigo Rojas, que contribuyó al estudio de Pax Christi, tiene razón al afirmar que ''a nivel mundial el secuestro es una epidemia''. Según esa ONG, en 2006 ``fueron cometidos al menos 25,000 secuestros", sin incluir a China (que no da información). El siguiente dato del informe es más aterrador: ``resulta verosímil pensar que el número real de casos haya sobrepasado los 100,000''.

La dramática situación mexicana lo ilustra. En 2006 ocupó el primer lugar en secuestros por encima de Irak, Brasil, Ecuador, Venezuela y Colombia. El ICESI, a partir de las Encuestas Nacionales sobre Inseguridad, calcula que durante 2007 se presentaron 6,500 secuestros tradicionales y exprés, es decir ''más de 17 secuestros al día''. El Instituto afirma que los que terminaron en homicidio se incrementaron en un 80% en los últimos años y que ``son cada vez más aquellos que terminan en mutilaciones de las víctimas''.

Ante este crimen no caben distinciones. No hay porqué calificar unos de políticos y otros de económicos. Frente a la dignidad humana y los derechos ciudadanos el secuestro no es válido como herramienta política. En el caso de las FARC y del ELN la decisión debería ser la liberación inmediata de todos los secuestrados y la renuncia definitiva a esta práctica.

El desafío del secuestro sólo puede enfrentarse si existe cooperación. Funciona a nivel transnacional y requiere una respuesta global. En México esa actividad se vincula con el narcotráfico y éste con las FARC. Esa guerrilla también estuvo detrás del rapto y asesinato de Cecilia Cubas en Paraguay y secuestra en las fronteras con Venezuela y Ecuador. El tema mundialmente tiene tal vez más trascendencia que la ''guerra contra el terrorismo'' y debiera exigir por lo menos semejante atención de la OEA y de las Naciones Unidas.

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viernes, 12 de septiembre de 2008

"EN DEFENSA DE LA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA"


Fecha: 09/12/2008 - SEMANA.COM

Por: Rafael Guarín

El peor enemigo de la izquierda democrática en Colombia no es la extrema derecha, el narcotráfico o las llamadas bandas emergentes, tampoco el fantasma del “imperialismo”. Son las Farc. Y no porque se hayan convertido, como piensan algunos, entre ellos Hugo Chávez, en una “excusa” para mantener el modelo económico o dar continuidad a la Política de Seguridad Democrática, sino debido a que la estrategia insurgente se basa en la “combinación de todas las formas de lucha” y en desplegar e infiltrar guerrilleros en las instituciones y en los partidos políticos, especialmente en aquellos que enfrentan al establecimiento.

Recientemente, Iván Márquez se lamentaba de que a finales de los años noventa las Farc tenían fortaleza militar, pero se carecía de los elementos subjetivos que se requieren para la insurrección popular.

Tales condiciones no se construyen en el monte, ni con emboscadas, ni minas quiebra-patas. Es el trabajo político con las masas en las ciudades, la captura de instancias estatales, la propaganda, las operaciones psicológicas y el uso hábil del camuflaje en la legalidad las que permitirán que el ambiente insurreccional se crezca. Ninguna novedad. Es la vieja fórmula leninista al estilo de Jacobo Arenas.

En esa lógica se entiende que los farianos actúen en sindicatos, ongs, medios de comunicación y, obviamente, al interior de organizaciones políticas en las que su discurso tenga acogida. El mejor ejemplo es lo que está ocurriendo con el Polo Democrático Alternativo. Hoy es un campo de batalla en que se enfrentan sectores demócratas de izquierda con una facción de las Farc y que, seguramente, tiene asiento en el Comité Ejecutivo y en otros órganos de dirección. En este punto de la lectura no faltará quien me haya acusado de fascista. Pero no. ¡Tranquilos camaradas! La fuente de lo que estoy diciendo es Gustavo Petro.

Hace exactamente un año el senador señaló que no iba “a pedir permiso para condenar la combinación de todas las formas de lucha de las Farc”, en respuesta a la censura recibida de Carlos Gaviria por cuestionar la endeble reacción del Polo respecto al asesinato de los 11 diputados y por haberse atrevido a pedir una condena contundente a la guerrilla.

Pero la denuncia del martes pasado, que pasó inadvertida, va mucho más allá: “hay una campaña soterrada de las Farc por sacar a Petro y a Lucho del Partido. Sería conveniente que todos los militantes del Polo no cayeran en esa trampa”. Petro confirma que al interior del Polo están las Farc. ¡Casi nada! Señala que están persiguiendo a quienes se oponen a sus intereses o las critican abiertamente. ¡Y eso no es de poca monta! Luis Eduardo Garzón, Petro y otros se convirtieron en una piedra en el zapato en los planes farianos de copamiento del Polo. Es muy delicado. Para quienes están al margen de la Constitución, los obstáculos se superan o se eliminan. Cuando la conspiración política no funciona sobreviene la violencia.

Por su parte, Garzón, sin querer queriendo, le colocó nombre a la cosa. Dijo el domingo que Carlos Gaviria “terminó dirigiendo al sector más radical de la izquierda” y que la actual dirección del Polo “lo quiere sacar”. En realidad, más que Gaviria el problema es el viejo Partido Comunista (PCC) y los miembros del Partido Comunista Clandestino. No hay que olvidar que los dos congresistas elegidos por el PCC, utilizando al Polo, fueron denunciados por el Fiscal General de la Nación ante la Corte Suprema de Justicia por supuestos vínculos con las Farc, al igual que al “humanitario” director del Periódico Voz. El propio Gaviria fue elegido senador en 2002 en representación del Frente Social y Político, fachada en ese momento del Partido Comunista.

En todo caso, a quien le corresponde aclarar quiénes son los miembros de las Farc que están en el Polo es al senador Petro. Él tiene que saber, como víctima que es de tal persecución, y está obligado a denunciarlo ante la justicia, dada su calidad de servidor público. El Fiscal General debe actuar y comenzar las investigaciones. Además de tratarse de una conducta abiertamente delictiva hay que proteger los derechos de los líderes de izquierda democrática que están siendo vapuleados por esa organización criminal.

El Polo es mucho más que la facción fariana que procura controlarlo. Los dirigentes de la auténtica izquierda democrática deben expulsar a ese sector. Aceptarlo o tolerarlo es hacer el juego a la combinación de las formas de lucha de las que habló Petro. No se puede tener un pie en la legalidad y otro en la ilegalidad. Una cosa que explica (no justifica) el execrable asesinato de líderes de la UP fue precisamente esa.

Generalizar sería equivocado. El grupo de farcpolíticos que está ubicado en puestos estratégicos de la estructura del Polo y con la capacidad de orquestar una campaña para excluir a dos de sus más importantes dirigentes, no puede ocultarnos que los electores de ese partido y la mayoría de sus líderes son ciudadanos con ansias de cambio y legítimas aspiraciones políticas. Lo que no se puede permitir es que terminen manipulados por una organización al margen de la ley y que se empleen los mecanismos de participación política y las garantías ciudadanas para destruir el sistema democrático. En defensa de la izquierda democrática ante las Farc debemos estar todos, comenzando por los uribistas.

Senador Petro, usted tiene la palabra.

Nota al margen:

No es de extrañar que el adoctrinamiento fariano en la Universidad Distrital le parezca inofensivo al rector Carlos Ossa, candidato fracasado al Senado por el Polo. Cuando era Contralor dijo que convergía “con las Farc en la necesidad de construir una nueva sociedad, un nuevo país. No creo en la paz por adhesión (…)”. Y al parecer no había consumido su dosis personal.

Sobre el tema ver mi columna de semana.com “Universidades o santuarios farianos".

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