domingo, 28 de enero de 2007

COLOMBIA: DEMOCRACIA INCOMPLETA


Haga click en el título de color naranja para bajar el texto de Rafael Guarín sobre oposición política en Colombia.

El índice lo encontrará en:

http://www.escuelavirtual.registraduria.gov.co/theme/registraduria/libroPNUD/Tomo_II/Tomo_II-INICIO.pdf

miércoles, 24 de enero de 2007

PATRIA, TOTALITARISMO O MUERTE

Published on Tue, Jan. 24, 2007, Nuevo Herald, El (Miami, FL)

Foto tomada de www.semana.com


Por: RAFAEL GUARIN

La consolidación de un bloque de países liderado por Hugo Chávez y su afán exportador de la “revolución”, deben alertarnos sobre la posible propagación de gobiernos populistas y del paulatino menoscabo de la democracia en la región. Hasta ahora, la ruta venezolana dibuja mas que un camino al socialismo una verdadera autopista al totalitarismo.

La mayoría de latinoamericanos coincidimos en promover profundos cambios y en la urgencia de eliminar la pobreza, exclusión, desigualdad de oportunidades y la injusta distribución de la riqueza y del ingreso, pero también en defender la democracia. Al contrario, las demagógicas promesas de Chávez imponen el sacrificio de la libertad y los derechos a nombre de la pretendida igualdad. En ese sentido, la “revolución” terminará siendo un salto al pasado dictatorial.

Esa consideración no importa a pro - chavistas foráneos que reciben con gozo “el socialismo del siglo XXI”. Con ignorancia supina o creyendo idiotas a los demás, asimilan la socialdemocracia europea o la izquierda moderna de Bachelet o Lula con el modelo venezolano. Pasan por alto que Chávez acogió los procedimientos democráticos para desvirtuar la propia democracia. Adoptó una Constitución para hacer mofa del estado de derecho, centralizar absurdamente el poder y anular el sistema de pesos y contrapesos que caracteriza un régimen democrático.

La reforma constitucional que incorporará la reelección indefinida y modificará el marco de la actividad económica, la reciente aprobación de poderes extraordinarios a través de una “ley habilitante”, el vasto programa de educación (reeducación) socialista y la restricción a la libertad de prensa, profundizarán el deterioro democrático. Su resultado será la perpetuación en el poder de un partido comandado por el Teniente Coronel, la ideologización de la educación destinada a un nuevo hombre y mujer venezolanos y el desarrollo de un singular estado paternalista sustentado en los recursos del petróleo. Todo parece tolerable a los “trasnochados” izquierdistas latinoamericanos, con tal de hacer la revolución socialista.

Hay suficientes elementos que indican que un totalitarismo de extrema izquierda, diferente al estalinismo, asoma sus orejas en el continente. Con la excusa de la unidad latinoamericana el proyecto bolivariano disimula su naturaleza de pequeño imperialismo en ciernes. Chávez no cesa los esfuerzos por conseguir injerencia, influencia y dominio sobre los países cercanos por medios económicos, políticos y militares. A la diplomacia petrolera añadió la posibilidad, que le otorga la ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional LOFAN, de realizar acciones militares en otros países del continente con el fin de salvaguardar la supuesta integración.

Otro elemento que preocupa son sus socios. La coincidencia discursiva de Chávez y las FARC proviene de la década pasada, así como su relación con el ELN. Existen denuncias de la presencia de campamentos guerrilleros en territorio venezolano y del abastecimiento de armamento y material de intendencia a esos grupos por parte del gobierno. De la misma manera, inquieta la acogida de representantes de la subversión en el país. Eso, sin comentar las relaciones con movimientos que han desestabilizado otros gobiernos. Finalmente, Chávez es fiel discípulo de la combinación de todas las formas de lucha.

El hemisferio y especialmente sus vecinos deben observar con atención el bloque Castro, Chávez, Evo, Correa y Ortega. Su capacidad de perturbación está probada y el riesgo que se consolide un modelo totalitario en esos países y se siga extendiendo, no es una fantasía. Ya sabemos cual es el itinerario: pobreza, partidos en crisis, corrupción, populismo, victoria electoral, asamblea constituyente y “revolución”. Con sumo cuidado hay que observar sus programas militares y las actividades encubiertas que pueden adelantar.

El cambio social es imperativo. Lo inadmisible es que sobre el lomo de la pobreza y las penurias los demagogos de izquierda y derecha cabalguen sin límites, que crean que solo con ellos es posible el bienestar y que “cueste lo que cueste” resguarden su poder. Aceptarlo equivale a consentir la supresión del estado de derecho y la democracia.

La frase "L'État, c'est moi, que se debate si es de Luis XIV o sus enemigos, le va como anillo al dedo a Chávez; ojalá que no duré tanto en el trono como el monarca francés y que al final triunfe la democracia. Mientras tanto, por fortuna, la OEA y la Carta Democrática Interamericana tienen instrumentos para frenar la excitación totalitaria.

*Analista político

martes, 16 de enero de 2007

PROTEGER EL PLURALISMO INFORMATIVO ES PROTEGER LA DEMOCRACIA

RAFAEL GUARIN

Hace unos instantes conocimos la lamentable decisión del periódico Portafolio de eliminar la columna del periodista Vladdo.

Si bien toda publicación tiene la libertad de tomar decisiones relacionadas con las columnas, no se debe dejar de lado que dicha prerrogativa tiene que ajustarse en un todo a la responsabilidad social de la prensa en un sistema democrático.

Los medios de comunicación tienen derecho y deber de informar, pero también es deseable que reflejen el pluralismo que caracteriza la democracia.

Colombia está enfrentando una etapa de crisis política resultado del destape de la relación entre dirigentes y grupos narcoparamilitares. En este momento, la mejor contribución que se puede hacer es velar por la libertad de prensa, la libertad de opinión y el pluralismo informativo.

Escríbame a rafaguarin@gmail.com

martes, 9 de enero de 2007

ESPAÑA Y COLOMBIA, LA RESPUESTA TERRORISTA

Published on Tue, Jan. 09, 2007, Nuevo Herald, El (Miami, FL)



Foto de manifestación en Pamplona. EFE - tomada de www.elpais.es

RAFAEL GUARIN
La banda terrorista ETA dio la bienvenida al 2007 con un coche bomba en las instalaciones del aeropuerto de Barajas en Madrid. El atentado causó la muerte de dos inmigrantes ecuatorianos y la destrucción total del área T4. Por su parte, antes de finalizar el año, las FARC asesinaron a cerca de veinte soldados al sur de Colombia.

Ambos grupos tienen similitudes. Atentan contra la población civil, asesinan selectivamente políticos y emplean el terror. Su ideología se vincula estrechamente al marxismo-leninismo, condimentada con aditivos maoístas, castristas y guevaristas, esto les da un método de análisis y acción incompatibles con la convivencia democrática y el estado constitucional.

Las recientes actuaciones no deben sorprender a nadie. En el caso español, la respuesta al PSOE es la misma dada al gobierno anterior del Partido Popular. El deseo de diálogo de Aznar, tan loable pero irrealista, igual al de Zapatero, se estrelló con el terrorismo. Basta recordar los esfuerzos del gobierno y la oposición para sacar adelante un proceso de paz, a finales de la década pasada, en medio de una absurda escalada violenta que culminó con la renuncia a la tregua de ETA.

Las FARC operan con la misma lógica. Con feroz arremetida contestaron la decisión del gobierno de concertar las condiciones de una zona de encuentro para el acuerdo humanitario y el inicio de un proceso de paz. Saliéndose de su guión y arriesgando su tradicional discurso, Uribe había ofrecido la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

Esa conducta es típica. La tregua suscrita con el gobierno Betancur la rompieron en el siguiente, con emboscadas a miembros de la fuerza pública en 1987. Años después, las FARC le dieron un portazo a la paz, luego de convertir la zona de distensión en un refugio de terrorismo, narcotráfico y secuestro.

A las FARC y a ETA los gobiernos les han otorgado innumerables pruebas de su compromiso con la paz. Aznar excarceló a más de 200 presos ''etarras'', permitió el retorno de más de trescientos que se encontraban fuera de España y replanteó la política penitenciaria. Su ministro del interior llegó al extremo de afirmar que el gobierno estaba dispuesto a ''hacer lo que sea necesario, sin exigencias previas, sin negociar la entrega de armas''. En Colombia, durante 1,565 días se concedió a esa guerrilla 42,000 kilómetros cuadrados, se hizo reconocimiento temporal de su carácter político y se paseo a sus voceros por toda Europa.

Se pensó incluso que el problema era también de sensibilidad semántica. Los gobiernos moderaron su discurso y cambiaron los calificativos. Aznar llamó a ETA ''Movimiento Vasco de Liberación'' y Pastrana coincidió parcialmente con el mensaje subversivo, entretanto que sus interlocutores afilaban su retórica falaz y deslegitimadora de las instituciones democráticas.

La cuestión está en que los terroristas equívocamente asimilan como debilidad, los gestos y la generosidad del Estado y de la sociedad. Sólo comprenden en su relación con los ''otros'' el lenguaje de la violencia y creen que sólo ella permitirá cumplir sus objetivos. Parodiando a Lenin, ''la enfermedad infantil'' de los autoproclamados ''revolucionarios'' es hacer del proceder violento el único medio para imponerse y concebir el diálogo desde una perspectiva utilitaria a sus propósitos.

Estos antecedentes dejan lecciones. En las actuales circunstancias, en España y en Colombia, no es posible aspirar a la paz a través de la negociación. Hacerlo es pensar con el deseo. Pretenderlo es conferir réditos políticos a aparatos bélicos que en el mundo carecen de justificación. Es brindar una nueva ocasión para que la buena fe de una de las partes se emplee en la estrategia de fortalecimiento de la otra.

En el estado de derecho la fuerza se enfrenta con la fuerza legítima y no con sermones, ni vigilias rebosantes de buenas intenciones.

Mientras ''etarras'' y ''farianos'' mantengan su credo en los fusiles y cedan a la tentación terrorista, no existirá gobierno capaz de negociar su desmovilización. Mientras la sociedad no los enfrente unida, el establecimiento político no los condene en una sola voz y no se doblegue su voluntad de lucha, los violentos tendrán siempre oportunidad de continuar su accionar. El único camino es la firmeza en el ejercicio de la autoridad del Estado democrático y la plena vigencia de la Constitución.

Escríbame a: rafaguarin@gmail.com