sábado, 22 de septiembre de 2007

AL POLO DEL POLO

Publicado el sábado 22 de septiembre del 2007, Nuevo Herald, El (Miami, FL)
Foto http://www.semana.com/

RAFAEL GUARIN

La masacre de once diputados secuestrados por las FARC produjo que los colombianos se movilizaran masivamente, mientras el Polo Democrático Alternativo omitió condenar a la guerrilla y preso de un absurdo extremismo no participó en la marcha ciudadana. Su argumento: era impulsada por el gobierno de Alvaro Uribe.


En plena campaña presidencial las FARC y el ELN propusieron una coalición de oposición para enfrentar a Uribe, sin que se escuchara objeción de los candidatos del Polo y del Partido Liberal. Y hace unas semanas Raúl Reyes insistió en el mismo planteamiento con el fin de llevar al Polo al gobierno.


La guerrilla quiere instrumentalizar esa organización para quebrar la política de seguridad democrática en las urnas y construir un escenario del cual puedan obtener ventaja política y militar. Ese propósito encuentra eco en sectores del Polo que siguiendo el manifiesto de Marx y Engels (1848) creen que sus objetivos sólo se alcanzaran si derrocan ''por la violencia todo el orden social existente''. También en declaraciones como las del senador Jaime Dussan que señalan que ''no son amigos ni enemigos de las FARC'', como si frente a ella existieran puntos intermedios. ¡Hay que ser claro! ¡O se está con ella o contra ella!


Lo que se espera de un partido que se apellida ''democrático'' es el contundente repudio a la tentativa ''fariana'' de combinar las formas de lucha, no ambigüedad, ni que prime el cálculo sobre la reprobación a las guerrillas. Mucho menos que pese más el antiuribismo que el terrorismo. La situación interna ha sido tan delicada que el senador del Polo, Gustavo Petro, admitió que la sociedad colombiana ``no encuentra definidos totalmente los hechos que nos separan de las FARC''.


Los extremistas riñen con la democracia y el estado de derecho. Emplean los canales destinados a tramitar pacíficamente los conflictos, al tiempo que no censuran la violencia o lo hacen retóricamente. El extremismo suele acompañarse de excusas sobre el uso de las armas, al punto de elevar el crimen a la categoría de acción política. Lo ejemplifica la afirmación de Patricia Lara, excandidata a la vicepresidencia por el Polo: las FARC ''cometen crímenes, pero no son criminales''. ¡Hágame el favor!


Paradójicamente, quien encabeza el extremismo en el Polo fue presidente de la Corte Constitucional. El ex magistrado Carlos Gaviria, senador en 2002 apoyado por el Partido Comunista, no sólo no reconoce el terrorismo de las FARC, sino que macartiza a quienes dentro de su partido osan reclamar verticalidad contra las guerrillas. Esa intolerancia, casi stalinista, evidencia que el problema no se soluciona con comunicados de prensa y que es más grave que simples brotes de simpatía con los grupos ilegales, así se diga, siguiendo al gobierno ante los escándalos militares, que son casos aislados.


Tal conducta agrieta la unidad nacional contra el narcoterrorismo, mina la legitimidad democrática de la izquierda y fortalece la pretensión de legitimidad política de las guerrillas. Y lo más grave para el Polo, cuando rotula de ''uribista'' a todo crítico de las FARC se aleja de la victoria electoral.


Afortunadamente, la presión de la opinión pública y la posibilidad de afectarse en las elecciones de octubre obligaron por fin al Polo a tachar el secuestro y los crímenes guerrilleros. En el papel se impuso el sector moderado sobre los extremistas. Ahora lo que se requiere son hechos que ratifiquen lo dicho, por ejemplo, retirar los candidatos en el Valle del Cauca que con su silencio aceptan que las FARC les hagan campaña electoral.


No hay duda de que Colombia necesita un partido de izquierda y que la consolidación del Polo es benéfica para la democracia, además de una oportunidad para un proyecto político alternativo al establecimiento tradicional. Pero de la misma manera que los partidos de la coalición de gobierno deben continuar depurándose de parapolíticos, el Polo debe iniciar la purga de sus filas de farcpolíticos y no justificar la barbarie guerrillera. Es importante que los ciudadanos tengan la certeza que en su seno sí es posible estar en contra de las FARC.
Nota al margen: Ojalá Piedad Córdoba entienda que para ayudar al acuerdo humanitario no se requiere ser parlante de las Farc.

domingo, 9 de septiembre de 2007

CHÁVEZ Y LA LLAVE DE LA PAZ

El Nuevo Herald, 7 de septiembre de 2007Caricaturas de Osuna - http://www.elespectador.com/
25 de agosto de 2007


RAFAEL GUARIN

Inexplicablemente, el gobierno Uribe convirtió a Hugo Chávez en la vedette de la paz, arrojó cinco años de aislamiento internacional impuesto a las FARC y aceptó de facto que se le reconociera carácter político. El teniente coronel es consciente de que en sus manos puede estar la libertad de los secuestrados, pero sobre todo el triunfo de su revolución en Colombia y, con ello, la consolidación del ``bloque regional de poder''.

El anunciado reencuentro con las FARC, esta vez público, debe tener a Raúl Reyes preguntándose: si nos reciben en el Palacio de Miraflores, ¿por qué no lo harán Correa, Ortega, Lula, Kirschner, Castro, Evo o el propio Sarkozy? ¿Acaso la paz no lo justifica? Y, ¡coincidencia! Chávez acaba de ampliar el club de amigos con el exguerrillero Daniel Ortega y el apoyo de Lula. Uribe, que gruñía porque los vecinos no llamaban terrorista a las FARC, deberá ahora soportar que abiertamente les den tratamiento político.

Aunque es posible que se dé la liberación total de los secuestrados, en realidad es poco factible. Las FARC no cederán en el despeje de Florida y Pradera y en reintegrar a sus filas los guerrilleros presos, puntos en los que afortunadamente Uribe es aún ``inamovible''.

Esa situación conduciría más bien a un fracaso que Uribe utilizaría para legitimar el rescate militar y Chávez para desvirtuar vínculos con la guerrilla. No obstante, eso no comulga con el tratamiento que deben dar las FARC a quien consideran su principal y potencial socio estratégico. Tampoco con el expansionismo chavista.

Se abre entonces un escenario intermedio. Es más probable que liberen uno o varios secuestrados, pues la lógica terrorista y su experiencia les indica que son los cautivos quienes les permiten obtener réditos políticos. Preferirá soltarlos a cuentagotas, a medida que sus planes avancen, sin descartar una nueva masacre, como la de los once diputados, para mantener la agenda y disuadir operaciones de rescate.

Chávez aparecerá en esa escena como el hombre que tiene la llave para la paz y Uribe como el obstáculo. Se reiterará que no habrá paz mientras no haya un gobierno que privilegie la negociación, desmilitarice territorios y confine a las fuerzas armadas a los cuarteles. Para ambientarlo las FARC habrán aprendido que cada acción militar fortalece la línea dura del gobierno y quizás enfaticen en generar hechos políticos y hacer propaganda. Ya debieron percatarse que en las coyunturas en que su discurso se posiciona, como la marcha de Moncayo, Uribe queda a la defensiva.

Los ''farianos'' son expertos maniobreros. En 1998 condujeron a los candidatos presidenciales a emular en ofrecimientos sobre la zona de despeje. Y en 2006, como lo dijo en su momento el analista Vicente Torrijos, buscaron ''una segunda vuelta electoral'' y que se pudiera ``concertar con el candidato opositor algún tipo de preacuerdo sobre una eventual negociación basada en un despeje militar''.

Como lo enseñó Mao, la guerrilla juega a que la movilización popular produzca ''un vasto mar para ahogar al enemigo''. Los documentos de su IX Conferencia confirman que se propone, con una renovada combinación de todas las formas de lucha, aprovechar los espacios legales y las contradicciones entre las fuerzas democráticas para doblegar en las urnas la voluntad de combate del Estado.

En ese contexto, el Polo Democrático sabe que es la opción ante el uribismo. Chávez comprendió que el Polo es el vehículo más apropiado para su revolución y las FARC que no accederán al poder por las armas. En 2010 convergen todos esos intereses. El ascenso al gobierno del Polo sería el desmonte de la seguridad democrática, el estatus de beligerancia a las FARC y un proceso de paz que con Chávez en la sombra puede culminar en una Asamblea Nacional Constituyente que instaure el socialismo del siglo XXI. No será el ''vasto mar'' de Mao sino un verdadero cataclismo.

Chávez puede tener la llave de la paz. Pero una paz que es la victoria de las guerrillas. Cualquiera diría que todo se justifica en nombre de la paz. No creo. Creo que la libertad y la democracia no se pueden sacrificar. El reto es construir escenarios de paz sin arrasar los principios básicos de la democracia liberal. Por fortuna, son más los colombianos que se opondrán a tamaño despropósito.