miércoles, 28 de octubre de 2009

EL SINDICALISTA AGENTE SECRETO DE LAS FARC


Publicado en REVISTA AHORA - Octubre 2009

RAFAEL GUARÍN

Una inédita y reveladora entrevista que le fuera hecha en el 2007 al secretario de Fensuagro, Juan Efraín Mendoza, capturado por el Ejército en un campamento en Sumapaz, muestra lo que las Farc busca conseguir en el campo político.*

Tratándose de un dirigente sindical, muchos se sorprendieron de su captura en combates contra las Farc. No fue mi caso. La entrevista que le hice a Juan Efraín Mendoza revelaba una inquietante cercanía con la organización guerrillera y el papel que Fensuagro cumple.

LAS MARCHAS CAMPESINAS DE 2007


En medio de la agitada movilización campesina realizada en octubre de 2007 y que bloqueó carreteras en Tolima, Valle, Cauca y Nariño, pude dialogar con participantes de Rioblanco, el municipio donde a comienzo de los años cincuenta se fundó el asentamiento comunista de El Davis, verdadero origen de las Farc. Al llegar a la Plaza Murillo Toro de Ibagué percibí que estaban muy bien organizados y con voceros con un discurso unificado.


Además de denunciar las necesidades de la región, llamó la atención que afirmaran que “donde existen los grupos guerrilleros, por ejemplo, en el caso de la región donde nosotros vivimos, no existen los problemas” o que la seguridad se las proporcionaba las Farc mientras que el ejército les daba terror, entre otras cosas, por supuestos asesinatos de civiles. En el diálogo se evidenció que existían mecanismos de control sobre la población a través de las juntas de acción comunal que en muchos casos eran influenciadas o dominadas por la guerrilla, al punto que quienes no asistían a la marcha se sancionaban con multas, arreglo de carreteras o trabajos en proyectos productivos.

A la pregunta de quién los lideraba, uno de los campesinos entrevistados dijo que las “centrales agrarias” que “son las que están rigiendo esa ley de hacer paros y todo eso”, entre ellas Fensuagro, y otro anotó: “con base a ellas es que hemos recibido capacitación y hemos estado activos organizando la gente”.

Para mayor claridad decidimos acudir directamente a Fensuagro. Su secretario, Juan Efraín Mendoza, nos recibió a la semana siguiente en una desordenada oficina presidida por la hoz y el martillo, en plena calle 17 con carrera 10 en Bogotá. Se trataba de un campesino metido en un apretado traje de corbata, moreno, obeso y afable. Es el mismo que 16 meses después al ser capturado junto al “negro Antonio” diría que era “un secuestrado” y de quien el Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, afirmó que "no es un sindicalista sino un subversivo”.

Contó que Fensuagro es una federación que agrupa a sindicatos de pequeños agricultores y asociaciones de campesinos. Están en 22 departamentos y tienen 68 organizaciones afiliadas. Hacen parte de la “Vía Campesina” y de la “Federación Sindical Mundial”. Precisó que las marchas las orientaba la Coordinadora Campesina, Obrero y Popular de la que hace parte muy activa Fensuagro.


Juan Mendoza Gamba - Secretario General de FENSUAGRO


TUMBAR A URIBE

Sobre las razones de la marcha, con tranquilidad indicó: una reforma agraria integral y democrática, la soberanía alimentaria, el respeto por los derechos fundamentales y porque “haya una salida negociada al conflicto social y armado”. Luego, con convicción, añadió el objetivo central e inmediato: “el principal y primer punto eje de la movilización es la renuncia del presidente Uribe y su vicepresidente, por ser un gobierno ilegal e ilegítimo”. Pero la cosa no para ahí. Se pretende “instaurar un gobierno democrático de alta representación popular… de lo contrario vamos a seguir enmarcados en unas políticas nefastas como la seguridad democrática”, que calificó de “guerra contra el sector agrario”.

La curiosidad aumentaba. ¿Hay una fuerza política que pueda proyectar ese gobierno? “Mire, no tanto como una fuerza política, sino que aquí hay ciudadanos capaces de gobernar, por eso es que nosotros hablamos de amplia participación popular, no un partido político como tal”. ¿Y entonces? “Un gobierno de coalición donde estén representados todos los sectores” y cuando “esté posesionado, convocar a un referendo, convocar a que se modifique la constitución nacional y a que se monten unas nuevas estructuras donde todos tengamos cabida en este país. ¿Eso incluye a la guerrilla? “Desde luego está la insurgencia, porque la insurgencia hace parte del proceso colombiano”.


¿Las Farc tienen base social? Sí, “si las Farc no tuvieran base social no existirían”. “Porque, por ejemplo, ¿de dónde salen los combatientes? Los combatientes tienen que salir de ese apoyo popular que tiene”. Ante la reflexión sobre el rechazo de la opinión pública a las Farc, aludió a los medios de comunicación. A “la gente de la ciudad le dicen que la insurgencia es un grupo terrorista, que mata, que asesina, que secuestra y dizque los que están allá armados tienen sueldos o son obligados y que son cosas totalmente contrarias de lo que se dice de esa realidad”.


Destacó que los resultados militares contra las Farc eran pobres. Le pregunté la razón: “porque es una política que cree que a través de la vía armada va a arrasar a las Farc y al gobierno se le olvida que es un movimiento de 43 años de lucha, de rebeldía en contra de la injusticia en Colombia”. ¡A esta altura ya no sabía con quien estaba hablando! Mendoza continúo: “entonces el señor (Uribe) prometió la toalla de Marulanda, que en seis meses la entregaba, oiga y vamos para seis años y la verraca toalla no aparece, se le embolató”. No alcanzaba a imaginar los contundentes golpes que el ejército le propinaría a la guerrilla en 2008.


Sobre las garantías para la marcha, narró que no existieron presiones de ningún tipo de la guerrilla, pero eso sí, por supuesto que las hubo del Estado. Denunció que en el Tolima botaron unos volantes que decían: “campesinos no salgan a la marcha que esto es una propuesta de las Farc”. “Nosotros somos unas organizaciones campesinas, de obreros, de civiles que no tenemos nada, absolutamente nada que ver con el movimiento insurgente. ¡Eso que quede claro!”, subrayó.


A la réplica de que si no era posible que miembros o simpatizantes de la guerrilla participaran en las marchas, fue contundente: “No hay espacio para la infiltración del movimiento armado”. “Los militares bocones, que salieron a decir que la movilización era de las Farc, nos están poniendo a la palestra pública ante los grupos paramilitares”.


Más adelante reconoció que “en las zonas donde el movimiento guerrillero tiene influencia y dominio del territorio, entonces son la autoridad de la zona”. E ilustró: “Yo, por ejemplo, estaba de presidente de la junta y entonces llegó un mando guerrillero a la vereda y me dijo, bueno, esos caminos están muy abandonados, convoque a reunión a todos los afiliados y comience a limpiar los caminos”. “Entonces, miren a ver, toca limpiar los caminos”. “Pero a mí no me parece malo, ni eso está en contra de la población, que cuando el Estado no invierte en el arreglo de las vías lo tenga que hacer uno mismo. Y es el movimiento (Farc) el que está controlando que los caminos estén en buen estado. Eso nos beneficia a los que vivimos en la vereda”.


LA MANO DE CHÁVEZ


No podía dejar de preguntar por Hugo Chávez. “Lo que ocurre con Chávez es que uno tiene que decir que en América Latina, en los actuales momentos, las condiciones están cambiando”. Mencionó inmediatamente Bolivia, Ecuador y Argentina. “Yo he tenido la posibilidad de estar en Venezuela, de ver el proceso, por ejemplo, de reforma agraria, una reforma agraria real”. “Podría decir que bienvenido ese proceso, pero aclarando que el de Venezuela es un proceso aparte y el de nosotros tiene que ser un proceso distinto”.


¿Ha recibido apoyo en algún momento del gobierno venezolano? Hay procesos que si lo han recibido. “Se está recibiendo específicamente en educación. Hay becas que ha otorgado para organizaciones populares en el país. También con salud a través de la misión Milagro”, pero para las movilizaciones campesinas lo negó.


Frente a la pregunta sobre persecuciones a Fensuagro, Mendoza relató que el ejército lo detuvo en su finca el 25 de junio de 2003 acusándolo de rebelión. Lo llevaron a la base militar y “32 horas después, con la presión de aquí de la organización de derechos humanos y de un periodista internacional que se hizo presente, Dick Emanuelsson, del diario Liberación, me dan la libertad”. Es público que Emanuelsson es un periodista con acceso a las Farc, pluma preferida de ANNCOL y fuentes oficiales lo señalan de militante del grupo terrorista. Sorprende que como excusa el sindicalista añadiera que para esa época “ejecutaba un proyecto con el Banco Mundial”.


Al final enfatizó que “nosotros no tenemos el primer compañero, miembro de la organización, que haya sido sentenciado, los tienen un tiempo y los tienen que dejar en libertad porque no se les ha comprobado nada”.




¿PARA DÓNDE VAN?


“Mire, el proceso va y sigue. Nuestra intención es que esta Coordinadora Agraria, Obrero y Popular tiene que ser una organización inmensa, donde logremos concretar a todos los sectores” para “construir un gobierno de amplia representación popular y democrática”. Interrogué: O sea… ¿ustedes apuntan al 2010? “Al 2010 o no sé cuando, de pronto antes”.


Musité, refiriéndome a Uribe: ¿Ojalá que se cayera antes, o qué? “Bolivia y Ecuador no esperaron hasta que el marco constitucional diera para renovar. Y yo creo que al pueblo colombiano nos está haciendo falta eso”. Lo que acababa de escuchar me hizo recordar el Manifiesto de las FARC, publicado tan solo dos semanas antes de las marchas campesinas.


No obstante, el camarada del negro Antonio, para concluir la charla insistió: “no tenemos nada que ver con el movimiento insurgente de Colombia. Nosotros no tenemos la culpa de coincidir en los planteamientos políticos que hacemos con los que tenga el movimiento insurgente. Quienes estamos ahí somos organizaciones legalmente constituidas, no somos delincuentes, no tenemos ordenes de captura, no tenemos nada de eso, somos personas totalmente legales”. Al final, pensé, como dice el dicho, “a la gente hay que creerle”.


*Entrevista concedida a Rafael Guarín, director de la Revista AHORA.

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domingo, 25 de octubre de 2009

EL MINUÉ PRESIDENCIAL DE CHILE

Las próximas elecciones amenazan la continuidad de la "Concertación" en el gobierno, pero no la continuidad de las políticas que han marcado el éxito chileno. Un artículo de Carlos Gervasoni.

CHILE - Foto: www.astrored.org

CARLOS GERVASONI

El Tiempo - 25 de octubre de 2009

BUENOS AIRES. Chile ha sido la historia de éxito de América Latina desde los años 80, como consecuencia de un rápido crecimiento económico, una integración exitosa a la economía mundial, instituciones democráticas sólidas, una efectiva burocracia estatal y bajos niveles de corrupción. En todas estas áreas, en términos generales, el país supera claramente al promedio de la región.

No es de sorprender que los chilenos hayan mantenido a la gobernante coalición demócrata cristiana-socialista (la Concertación) en el poder durante cuatro mandatos consecutivos desde 1990, cuando se restableció la democracia después de 17 años del represivo régimen militar del general Augusto Pinochet. El 13 de diciembre, sin embargo, es probable que los votantes en las elecciones presidenciales de Chile "hagan transpirar" al candidato presidencial oficialista.

La Concertación lleva como candidato al demócrata cristiano Eduardo Frei, hijo de un ex presidente, y él mismo presidente desde 1994 hasta 2000. Su principal contendiente es Sebastián Piñera, magnate, ex senador y candidato presidencial en el 2006, representante de las principales fuerzas de la oposición: la moderadamente conservadora Renovación Nacional (RN), de Piñera, y la Unión Demócrata Independiente (UDI), más de derecha.

Hasta aquí, nada nuevo: RN y la UDI -que difieren principalmente en su actitud hacia el gobierno militar del cual surgieron (RN es la más autocrítica)- han sido los principales retadores en todas las elecciones previas.

Sin embargo, ahora se está produciendo un cambio importante, representado por la figura de un candidato independiente de 36 años sin respaldo de un partido tradicional. Marco Enríquez-Ominami, con aproximadamente el 20 por ciento de apoyo según las últimas encuestas, está notablemente cerca de Frei (alrededor del 26 por ciento) y no tan lejos de Piñera (alrededor del 38 por ciento). El inesperado apoyo popular a este joven candidato está arraigado en la misma coalición gobernante: su padre adoptivo es un prominente senador socialista (su padre biológico, un líder de la izquierda revolucionaria de los años 70, fue asesinado por la policía política de Pinochet).

El propio Marco fue electo diputado socialista, pero abandonó el partido cuando este le negó la posibilidad de disputar la candidatura con Frei en una elección interna. Con esta mezcla única de tradición y renovación, y una frescura de la que carecen ambos candidatos principales, Enríquez-Ominami ha llegado más lejos de lo que predecía la mayoría de los observadores.

El liderazgo de Piñera y el surgimiento de Enríquez-Ominami probablemente sean expresiones del mismo fenómeno: la fatiga con y dentro de la Concertación. A pesar de sus muchos logros desde 1990, y la alta popularidad de la actual primera mandataria (la socialista Michelle Bachelet, primera presidenta mujer de Chile), el tiempo está pasando factura.

En los últimos años, varios grupos se han desprendido de los partidos gobernantes tradicionales. Muchos votantes están siguiendo sus pasos, atraídos principalmente por Enríquez-Ominami. Las deslucidas cifras de Frei en los sondeos reflejan sus propias debilidades (es notoriamente poco carismático y fue el menos popular de los cuatro presidentes de la Concertación), así como el inevitable estrés que dos décadas de gobierno ininterrumpido han generado en la coalición gobernante.

Como están las cosas hoy, la derecha probablemente gane la primera vuelta, pero con menos del 50 por ciento. Incluso una victoria cómoda de Piñera podría revertirse en la segunda vuelta el 17 de enero, ya que Frei y Enríquez-Ominami esencialmente se dividen el voto de la centroizquierda.

Enríquez-Ominami tiene la popularidad y el ímpetu para desplazar a Frei de la segunda vuelta, pero le puede resultar más difícil derrotar a Piñera. Los dos escenarios más probables, entonces, son la continuidad del gobierno o el cambio predecible (hace años se espera que la derecha llegue a la presidencia). Pero no debería descartarse un tercer escenario -un cambio menos predecible tras una victoria de Enríquez-Ominami-, en parte porque la publicidad de campaña recién aparecerá en los medios a partir del 13 de noviembre.

En cuanto a las principales políticas públicas de Chile, sin embargo, es muy probable que prevalezca la continuidad, aun si gana Enríquez-Ominami. La coalición de centroizquierda que derrotó a Pinochet (en un plebiscito en 1988, y a su candidato presidencial en las elecciones de 1989) ha tenido la inteligencia de mantener, y en algunos casos profundizar, las sólidas políticas de libre mercado heredadas del gobierno militar.

Chile ostenta una administración fiscal y monetaria ortodoxa, una economía muy abierta y un sector privado dinámico. También fue el primer país del mundo en adoptar un sistema de pensiones totalmente privado, una experiencia liderada por uno de los tecnócratas de Pinochet (que curiosamente era el hermano de Piñera, José) y que ha sido esencialmente mantenido desde entonces.

Estas políticas son populares entre los votantes, y están respaldadas por actores poderosos (por ejemplo, el fuerte sector empresario exportador) y por acuerdos comerciales con casi todas las principales economías y bloques regionales del mundo. A diferencia de muchos países latinoamericanos, en los que a las reformas liberales de los 90 fueron seguidas por reacciones populistas, la principal oposición en Chile es una coalición aún más pro mercado.

Más allá de la economía, existen, por supuesto, muchas áreas de desacuerdo. La Concertación ha lidiado prudentemente con los legados políticos de la dictadura, desmontando gradualmente las instituciones creadas por Pinochet para protegerse a sí mismo, a las fuerzas armadas y a la derecha, y haciendo progresos en el juzgamiento de los violadores de los derechos humanos.

Pero muchos no están contentos: la extrema izquierda -no muy fuerte en estos días, pero con una importante tradición política- quiere un mayor y más rápido progreso en los juicios, mientras que la derecha recalcitrante insiste en tratar a Pinochet (que murió en el 2006) como un héroe nacional. Las cuestiones morales, étnicas y ambientales siguen similares líneas ideológicas. Y, sin embargo, el espectro del debate político es mucho más estrecho, y el tono más amigable, que en el caso de los vecinos más polarizados de Chile, como Argentina, Bolivia y Venezuela.

En cualquiera de los escenarios más factibles, la continuidad o el cambio prudente, o incluso si gana el candidato independiente, Chile muy probablemente seguirá siendo un faro de estabilidad democrática, dinamismo económico y compromiso internacional en una región demasiado frecuentemente caracterizada por turbulencias políticas y económicas.

* Carlos Gervasoni es profesor de ciencia política en la Universidad Torcuato Di Tella en Buenos Aires (Argentina).
© Project Syndicate 1995-2009

Carlos Gervasoni *

sábado, 24 de octubre de 2009

NOS TRASTEAMOS!!!


Estimado visitante:

A partir del 25 de octubre de 2009 nos trateamos!

Ahora podrá acceder a las columnas sobre seguridad y democracia de Rafael Guarín en:

www.politicayseguridad.blogspot.com/

Muchas gracias!!

RG

domingo, 18 de octubre de 2009

LOS MITOS FARIANOS

Manuel Marulanda, Tirofijo, al comienzo de las FARC

Rafael Guarín
Especial para FACEBOOK

Las Farc son verdaderas maestras en el manejo del mito. Uno de sus mitos sobre su origen relata que hacia 1964 eran humildes e indefensos campesinos agredidos por el Estado que tuvieron que armarse para defenderse. Una revisión histórica muestra otra cara: para 1960 ya existían 13 cuadrillas comunistas en Tolima, Cundinamarca, Valle del Cauca, Boyacá y Santander, con un total de 912 integrantes, como lo recuerda James Henderson.

La realidad es que desde los años cincuenta estos grupos armados fueron organizados, adoctrinados, entrenados y protegidos por el Partido Comunista Colombiano. El proceso organizativo de las Farc estuvo a cargo de ese partido de la mano de dirigentes provenientes de las ciudades, como Jacobo Arenas.

El mito de la "agresión" nunca se descuida. Un ejemplo es el comunicado del Secretariado en que se informa la decisión de liberar a los secuestrados Clara Rojas, el niño Emanuel y la excongresista Consuelo de Perdomo, fechado el 9 de diciembre de 2007. Debajo de la fecha y antes de la firma, aparece la siguiente leyenda: “17 años después de la agresión a Casa Verde”. Se refiere a la legítima y legal acción militar realizada en 1990, en el municipio de la Uribe, por el ejército colombiano en contra del santuario de las FARC, donde se planificaban y ordenaban acciones terroristas. La ecuación es sencilla: el ejercicio legítimo de la autoridad del Estado es una agresión que justifica ejercer la violencia como legítima defensa. Todo un artificio.

Otro mito es el de la existencia en Colombia de una guerra civil. Para esto desarrollaron un lenguaje, avalado por sectores de opinión, algunos medios de comunicación y académicos, que reconoce implícitamente legitimidad a las FARC y justifica directa o indirectamente sus acciones. De esa forma, se llega a la necesidad de “acuerdos humanitarios”, se edifica el concepto de prisioneros de guerra para hablar de secuestrados o el de impuesto revolucionario para referirse a las extorsiones, igual que sucede en el País Vasco.

Un mito más consiste en decir que en Colombia no se puede hacer política de izquierda lo que obliga a tomar las armas. Se basa en una atrocidad incuestionable: el asesinato masivo de dirigentes de la Unión Patriótica. El hecho, también incuestionable, es que en el proceso electoral de 2007 fueron asesinados 30 candidatos de los cuales ninguno era de izquierda. La mayoría pertenecían a partidos de la coalición de gobierno y otros al Partido Liberal, que sigue siendo percibido como uno de los bastiones del establecimiento político. Muchos de ellos muertos por las Farc y otros por las bandas criminales que quedaron luego de la desmovilización de las AUC.

Los mitos son centrales en todos y cada uno de los actos de comunicación fariana. Si se revisan con atención las entrevistas a sus miembros, los videos publicitados en Anncol o en la Agencia Bolivariana de Prensa, los comunicados y los “editoriales” que aparecen en su página web, se encontrará que sin excepción acuden a los mitos para ratificar la “justeza de su lucha”.

El discurso de Marulanda leído en la instalación de los diálogos con el gobierno de Andrés Pastrana, al referirse a los “cerdos y las gallinas” buscaba ratificar los mitos fundadores. Igual ocurre con el video de las liberaciones de secuestrados realizadas en febrero pasado y en los que un guerrillero relata su visión de las Farc. De ahí, el interés de Farc por las cámaras de televisión y por contar con un movimiento en la legalidad que les sirva de caja de resonancia.

Finalmente, el mantenimiento de dos mitos son claves para las Farc en este momento: su supuesta “invencibilidad” y el carácter “imprescindible de la salida negociada”. Sobre el primero se edifica el segundo. Ambas ideas fueron entronizadas durante años y son, tal vez, su mayor capital.

Toda una generación creció dibujando palomas de paz y convencida que el diálogo era la única salida a una situación originada en lo que el ex presidente Belisario Betancur denominó “causas objetivas de la violencia”, haciendo suyo el discurso guerrillero. Consciente o inconscientemente dirigentes políticos, profesores universitarios, periodistas, líderes sociales y muchos ciudadanos reproducen ambos mitos. Por cuenta de ellos, Farc y ETA logran dividir la sociedad, mientras consiguen que un segmento de la misma ejerza presión sobre el gobierno para que negocie, ceda ante el terrorismo, reduzca el componente de autoridad, doblegue el estado de derecho y caiga en la trampa del diálogo, que se utiliza como táctica al servicio de una estrategia de guerra.

En conclusión, el ejemplo colombiano ilustra la forma en que los mitos y la manipulación de la historia se vinculan íntimamente a la existencia y actuación de los grupos terroristas. Éstos los asumen como fuente de legitimidad de su existencia, instrumento de deslegitimación del Estado y como medio de propaganda para ganar adeptos. Una línea de acción antiterrorista es la de desmitificar aquellos acontecimientos que sirven de sustento al discurso de las agrupaciones violentas presentándolos en su real dimensión.

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viernes, 9 de octubre de 2009

LAS TARAS DE ANDRÉS FELIPE


Semana.com - 8 de octubre de 2009

RAFAEL GUARÍN

Coincido con la oposición en el debate sobre Agro Ingreso Seguro. No se trata de estar del lado de Uribe o de sus críticos. La cuestión es simple, así como ser antiuribista no puede ser excusa para ser blando con el terrorismo, ser uribista no puede ser excusa para ser blando con la corrupción.

Y corrupción es lo que hay en este caso. No basta con el argumento de legalidad del exministro Andrés Felipe Arias para exorcizar cualquier reproche a su gestión. En una democracia, además de observar el Estado de Derecho, las decisiones deben ser legítimas, atender el escrutinio ciudadano y la responsabilidad política. La forma en que se distribuyeron los subsidios podrá ser muy legal pero es absolutamente inmoral.

La corrupción no se limita a conductas delictivas. Así se ampare en la ley, el favoritismo y el ejercicio del poder al servicio de intereses particulares, en contra del bien general, es también corrupción. Exactamente lo que ocurre al regalar los impuestos de los colombianos a una minoría privilegiada en lo social, poderosa en lo político y rica en lo económico.

La razón de ese vulgar despojo con destino a terratenientes, reinas de belleza, cantantes, familias adineradas e hijos de políticos corruptos, obedece a una tara ideológica y a un afán electorero del ex Ministro.

En el fondo está la perversa idea de que subsidiar a los pobres es botar el dinero. Únicamente los ricos pueden generar riqueza, contribuir al crecimiento económico y crear fuentes de empleo. Desde esa perspectiva, más racional es destinar millones de pesos a quienes tienen tierra y cuantiosos recursos, que pretender apoyar a pequeños emprendedores.

Gracias a dicha tara la propuesta de campaña del presidente Álvaro Uribe de convertir a Colombia en un “país de propietarios” se está cumpliendo, pero no vía promoción del acceso a la propiedad a quienes no la tienen o a aquellos a los que les fue arrebatada por el narcotráfico, el paramilitarismo y las Farc, sino volcando el aparato estatal al servicio de los grandes potentados de la tierra. ¡Una cosa absurda!

Esa misma idea explica que durante el ministerio de “Uribito” no se haya hecho ningún intento de reforma agraria, a pesar de contar con millones de hectáreas que deben expropiarse a las organizaciones criminales.

Se preguntará Arias: ¿Para qué entregar tierras a ineptos e incapaces de hacerlas producir? Y responderá: más eficiente y eficaz es apoyar a los terratenientes y adinerados propietarios que sí generaran riqueza y no a las grandes masas de desharrapados y desplazados que cunden como plaga por las montañas y sabanas del país.

No solo es un concepto elitista, excluyente y que fragmenta más la sociedad, sino una institucionalizada manera de reproducir relaciones de sometimiento en el campo, de control político y de explotación. Dicha política anula la posibilidad de explorar caminos para democratizar la propiedad y de formas de propiedad colectiva de la tierra (así suene socialista) que fomenten el acceso a la misma a los campesinos pobres.

De la igual manera, impide adelantar iniciativas orientadas a enfrentar en las zonas rurales las condiciones de marginamiento y pobreza extrema que aprovechan las organizaciones de narcotraficantes y grupos armados ilegales.

Resulta una estupidez monumental regalar a familias ricas miles de millones de pesos mientras no se invierten los recursos necesarios para construir legitimidad estatal en el sur del Tolima y en otros enclaves históricos de la guerrilla. Para eso no hay plata, ni voluntad política y no puede haberla pues la tara ideológica convierte esa inversión en un gasto irracional.

La segunda razón es mucho menos elaborada. No se trata de pagar apoyos a la elección o reelección de Uribe. Todo el mundo sabe y las encuestas lo demuestran que no necesita de tales maniobras para mantener el apoyo popular. No así la desbocada y loca carrera del joven Andrés Felipe que, al mejor estilo samperista en el proceso 8000, decidió ganar adeptos feriando los impuestos y el Estado.

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martes, 6 de octubre de 2009

LOS MITOS DEL TERRORISMO


Especial para Facebook
RAFAEL GUARÍN

Justificar su existencia y la decisión de optar por la violencia es indispensable para los grupos terroristas. Tales organizaciones saben que la violencia no es suficiente para cumplir su objetivo y de la necesidad de combinarla con otros instrumentos y medios que permitan la movilización ciudadana a su favor.

La revolución sobreviene, siguiendo a Von der Heydte, cuando la fórmula en que se sustenta un orden político pierde vigencia, esto es, que agota su legitimidad y es reemplazada por una nueva, la que proponen los terroristas. Por esa razón, el cumplimiento del objetivo político implica instalar esa nueva fórmula, lo cual se alcanza si ésta obtiene legitimidad, es decir, si consigue coincidir con los valores y las ideas imperantes en la sociedad.

Para lograrlo, los terroristas deben ofrecer a los ciudadanos una lectura de la historia que justifique su actividad y propósitos. La manera en que se relatan los acontecimientos, se adjudican responsabilidades, se exaltan o condenan individuos o grupos y se explica el presente, resulta decisiva en la posibilidad de que el proyecto impulsado por los terroristas gane la legitimidad necesaria para imponerse.

Por esa razón, una de las tareas permanentes es la creación de mitos legitimadores. Se trata de convertir ciertos acontecimientos en hechos que permiten explicar el presente y justificar conductas futuras. Más que el hecho en sí, lo importante es el significado y alcance que se le otorgue, al igual que lograr que sea interiorizado por el colectivo del cual se busca obtener apoyo. Esto explica que las organizaciones terroristas insistan hasta la saciedad en las supuestas “causas del conflicto” y que cada de una de sus operaciones se cubra con idéntico manto discursivo.

En ese contexto, se entiende por mito una historia ficticia construida sobre sucesos reales cuya narración e interpretación obedece a determinados intereses políticos y visión de la sociedad. Los mitos políticos determinan la acción política, pues al ser aceptados por la sociedad se convierten en condicionante de sus actitudes y conductas.

Tal y como lo describe Ernst Cassirer en “El Mito del Estado”, los “nuevos mitos políticos no surgen libremente”. “Son cosas artificiales, fabricadas por artífices muy expertos y habilidosos”. Dicha característica es clave a la hora de interpretar el papel de los mitos en el terrorismo y su utilización por parte de los agentes políticos. El profesor Antonio Elorza tiene razón al afirmar que la “historia no hace el mito; es el mito el que se convierte en historia”.

Los mitos enmarcan los enfoques, fijan las percepciones de los involucrados, son imprescindibles en la adhesión popular que buscan los grupos terroristas y en el reclutamiento de nuevos integrantes. Tienen también que ver con la decisión de mantener la violencia y constituyen un elemento de cohesión interna. Un aparato armado que impugna el orden político debe contar con un discurso en que los mitos se repiten y se extienden, al tiempo que proporcionan una explicación a su existencia y una justificación para sus miembros. En virtud del mito se avala el asesinato, los carros bombas, el secuestro y, en general, el empleo de todo tipo de acciones terroristas. El mito permite además descargar la responsabilidad de los propios crímenes en el enemigo o en la sociedad, nunca en la organización terrorista.

Al examinar los casos de Irlanda del Norte con IRA y del País Vasco con ETA se ratifica la forma en que los mitos y la manipulación de la historia se vinculan íntimamente a la existencia y actuación de los grupos terroristas.

Las FARC son muy diestras en el manejo del mito. Antes de su fundación oficial y con el surgimiento de las primeras guerrillas comunistas, en los años cincuenta, una de las principales tareas ha sido la de escribir una narrativa que justifique la violencia. Son muchos los ejemplos que se pueden citar, pero dejémoslos para la siguiente columna, por lo pronto, subrayemos que una línea de acción antiterrorista es la de desmitificar aquellos acontecimientos que sirven de sustento al discurso de las agrupaciones violentas presentándolos en su real dimensión.

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